Cuando Jeanne Paquin llegó al mundo un 23 de junio de 1869 en Saint-Denis, Francia, el país estaba inmerso en un periodo de cambio. Se acababa de inaugurar el canal de Suez y, mientras se empezaban a fraguar las primeras luchas obreras, la burguesía encontró en los lujosos grandes almacenes que proliferaban por París la manera perfecta de disfrutar de su fortuna.
El archiconocido Le Bon Marché o La Samaritaine, abierto el mismo año de nacimiento de Paquin, fueron algunos de los más populares. La Alta Costura se erigía como uno de los negocios al alza de la mano de la figura del couturier, profesión desempeñada casi en su totalidad por hombres. El sector era predominantemente masculino y en él las mujeres solían desempeñar el oficio de costureras, alejadas de la dirección artística. Y precisamente de costurera comenzó Paquin su andadura.
Los orígenes humildes
Nacida como Jeanne Marie Charlotte Beckers por su apellido de soltera, la diseñadora tenía otros cuatro hermanos. Con un padre físico, disfrutó de ciertas comodidades aunque ya de adolescente tuvo que empezar a ganarse la vida por su cuenta. Durante un tiempo, trabajó cosiendo para una marca local pero el efervescente París de la época ofrecía muchas oportunidades para alguien interesado en hacer carrera en la moda. Pronto fue fichada por la casa de Alta Costura Rouff, donde llegó a ser jefa de taller.
Puede que Paquin trabajara, pero la prioridad absoluta entre las mujeres de la época era conseguir un buen matrimonio. Y el de la francesa no pudo ser mejor, al menos para poder dar rienda suelta a su talento para la costura. En 1891, con apenas 22 años, Jeanne se dio el sí, quiero con Isidoro René Jacob, a quien conocían como Paquin. El joven trabajaba en una casa de Alta Costura, llamada Paquin Lalanne, un establecimiento que había comenzado como una tienda normal de ropa para hombre y había crecido gracias a la fiebre por la moda que padecían los parisinos más adinerados. El matrimonio renombró la tienda como Paquin y es en este punto donde empieza a cobrar forma la leyenda de la diseñadora.
La reina de la Alta Costura
La tienda, ubicada en el número 3 de la rue de la Paix, no tardó en darse a conocer. En aquel momento Charles Frederick Worth dominaba el sector gracias a su impecable trabajo, por el que fue reconocido como el primer couturier moderno. Sin embargo, desde finales del siglo XIX, el nombre de Jeanne Paquin corría de boca en boca en los salones más elitistas de París.
El estilo de Paquin difería mucho del de Worth y el resto de grandes casas parisinas. Sin renunciar a la espectacularidad de los diseños, abogaba por una moda, si no cómoda, sí algo más práctica que la de sus colegas. De los tonos pastel muy populares cuando empezó en el negocio, pasó a una paleta cromática mucho más rica, con especial interés por el rojo.
Incluso los vestidos más sobrios estaban aderezados con detalles únicos. En muchos de ellos se podía percibir cierta inspiración oriental, una de las modas del momento. Antes de que Paul Poiret revolucionará la moda al liberar a la mujer de la opresión del corsé, Paquin ya presentó un vestido sin corsé, aunque la historia de la moda lo pasa muchas veces por alto.
Sus grandes clientas
El glamour y la elegancia que emanaban sus prendas conquistó a algunas de las mujeres más poderosas de Europa. Las reinas de España, Portugal y Bélgica eran clientas de la firma. A pesar de tan exclusiva lista de clientas, los historiadores apuntan que Jeanne Paquin siempre se mostró abierta al público, deseosa en todo momento de vestir a todas las mujeres que necesitaran un traje para acudir a los frecuentes eventos de alta sociedad que se sucedían con ritmo frenético durante la Belle Époque.
Tal y como destaca Estel Vilaseca, Head of Fashion de la escuela de diseño y artes visuales LCI Barcelona, Paquin "no sólo puso atención en el producto, sino también en la comunicación de marca". Y añade que "también fue pionera en el márketing de influencia, enviando a las modelos vestidas con sus diseños a las carreras o al Palacio Garnier para que las mujeres de la alta sociedad, y futuras clientas, pudieran enamorarse de su firma. Y fue también la primera en crear colaboraciones, en su caso con arquitectos y artistas como Leon Bakst, con el que colaboró en 1912 con una colección de ensueño".
La primera firma de moda internacional
En 1896 la casa abrió su primera boutique en Londres, donde trabajó una mujer cuyo nombre pasaría más tarde a la historia de la moda: Madeleine Vionnet. Después llegaron Madrid, Buenos Aires y la Quinta Avenida de Nueva York.
Para dar a conocer su trabajo, Jeanne Paquin participó en numerosas muestras, entre ellas la Exposición Universal de París de 1900, donde formó parte destacada de la sección dedicada a la moda. Las cosas no podían ir mejor, pero todo se ensombreció cuando la tragedia golpeó al matrimonio. Isidoro, marido de Paquin, enfermó y murió a los 45 años, dejando viuda a la diseñadora a la edad de 38 años. Desde entonces, se volcó todavía más en su trabajo. En honor a su difunto marido, creó un premio destinado a reconocer el trabajo de los jóvenes diseñadores, otra audaz iniciativa que demuestra el carácter emprendedor y adelantado a su tiempo de Paquin.
Toda una empresa
Según el libro The great fashion designers (Editorial Bloomsbury), Jeanne Paquin se convirtió en la diseñadora más importante de comienzos del siglo XX, bautizada como la reina de la Alta Costura, y llegó a tener a 2.700 trabajadores contratados en su mejor momento. Esa cifra de empleados se distribuía por todo el globo, ya que recordemos que Paquin convirtió su empresa en una firma de moda internacional, algo inexistente en esos años.
El periodo previo a la Gran Guerra fue grandioso. La firma gozaba de fama casi planetaria y la élite se rifaba ser vestida por Paquin. Conforme pasaban los años y el imperio crecía en tamaño y presupuesto, fue dando nuevas muestras de su ambiciosa visión. Amplió categorías más allá de la Alta Costura y en Londres introdujo una línea deportiva para jugar al golf, ropa para caza o para viajar en automóvil. También renovó la sastrería, haciéndola menos encorsetada.
Aquella adolescente costurera de hace décadas marcó un hito al ser la primera diseñadora condecorada con la Legión de Honor, recibida en 1913. En ese mismo año, creó el Vestido Tango, una de sus piezas más memorables, formado por una túnica y una doble falda con enagua de gasa y juego de plisados, un elemento recurrente en sus creaciones. Además, sorprendió una vez más al empezar a "concebir los desfiles como un espectáculo. En 1914, en el Palace Theatre de Londres, organizó el primer desfile de moda con música", apunta Vilaseca, y sentó las bases de lo que serían las presentaciones de las casas de moda en los años posteriores.
El fin de una era
Su poder era tal que de 1917 a 1919 fue nombrada presidenta de la Cámara Sindical de Alta Costura, la asociación que agrupaba a esos diseñadores. La llegada de los años 20 y la irrupción de nuevos modistos y formas de vestir relegaron paulatinamente a un segundo plano a la firma, aunque siguió siendo relevante durante años.
En la década de los 30, con diseñadores como Paul Poiret y Coco Chanel convertidos en los nuevos favoritos, Paquin se retiró, aunque su huella permaneció. A menudo se la define como la predecesora de Chanel y es que sin duda allanó el terreno a la legendaria modista francesa. Como explica Vilaseca, "al igual que Coco Chanel, que decía que era su propia musa, Paquin también solía lucir sus diseños y partía de sus propias necesidades para crear sus prendas. Por otra parte, si bien se atribuye popularmente la introducción del negro en la moda contemporánea a Chanel, Jeanne Paquin ya hacía prendas de diario con ese color. Y también como Chanel, se interesó en crear no sólo prendas de noche, sino también prendas cómodas y multifuncionales para mujeres intrépidas que ya no se conformaban con una vida acomodada".
Sólo seis años después de dar un paso atrás en su firma, falleció. En 1936 una española tomó el testigo como diseñadora de la firma, la polifacética Ana de Pombo, cuya historia, igual que la de Jeanne Paquin, es tan desconocida como fascinante. En 1956 la marca terminó por cerrar. Curiosamente, tres años antes había sido adquirida por Worth, su rival de años atrás. La clausura de la casa Paquin supuso el fin de una era, el ocaso de la Alta Costura, la acogida creciente de la ropa prêt-a-porter y la llegada de la moda a las calles.
The great fashion designers
Brenda polan/roger tredre
274 páginas. Editorial Bloomsbury. Puedes comprarlo aquí.
